Hola, hoy no les voy hablar de ventas ni de dinero, sino de algo para reflexionar, cuando yo lo leí me abrió los ojos al enseñarme que en la vida todo se siembra y se cosecha, todo lo que realizas día a día son semillas que vas sembrando en tu camino y que depende de cómo cuides esas semillas así será tu futuro.
El campo no miente.
Las personas que viven en el campo donde cultivan la tierra, cuidan de animales, comparten el ciclo de la naturaleza muy a flor de piel, tienen una sabiduría que a todos nos iluminan. Una de las frases que llevan en los labios y en el corazón es: “el campo no miente. El campo da lo que se le da. El campo no engaña”
El campesino lo sabe. Años de experiencia y de trabajo le han enseñado la lección. El campo no miente. Revolver la tierra y airear lo surcos, observar los tiempos y calcular las labores. Sembrar y regar y abonar y podar. Y los días pasan y la semilla brota y los tallos crecen y la mies madura y la cosecha levanta la cabeza generosa. Devuelve lo que se le dio y multiplica lo que se le entrego. Pero si la entrega fue mezquina, si el grano era escaso, si el agua faltó, si las estaciones no se observaron, si el abono se olvidó, la cosecha es breve, pobre, rebajada. Da lo que le dieron. Salió lo que tenía que salir, no era necesario llevar libros de contabilidad.
La vida es un campo. La vida no miente. La vida da lo que se le da. Si le damos mucho, lo multiplicara y da maravillas. Si le damos poco, discutido, regateado, rebajado, la cosecha es pobre y la vida baja de tono. Nos quejamos, pero todos sabemos de dónde viene la carencia. La semilla era escasa.
¿Te quejas de la vida? Pero ¿qué le diste tú? ¿Le diste amor, le diste entrega, le diste aventura, le diste ilusión? ¿Le diste trabajo, energía, entusiasmo, ¿Te arriesgaste, te lanzaste, te sacrificaste, te quemaste? No te entregaste, no te fiaste, no pusiste todo, y así te sale una vida a medias en todo. Y tú mismo y todos los demás sabemos por qué. La vida no miente. La vida da lo que ponemos en ella. Mucho, si mucho; y poco, muy poco, si ponemos muy poco. Hay que arriesgarse. Hay que fiarse. Como se fía el campesino de los cielos y de la tierra, de las estaciones y de la lluvia, de la bondad de la semilla y de la fuerza vital de la savia que sube por los tallos. Como se fía el campesino del campo. La naturaleza no falla. Déjate llevar, y la mies de tus cosechas hablara por ti. La vida no miente.
Ahora es el mejor momento para cultivar, cuidar, regar, abonar, trabajar en tan bello regalo de Dios recibido como lo es la propia vida, no dejes para después, comienza por lo que ya te toca hacer, afronta cada momento con decisión, entrega, generosidad; deposita en todo lo que realizas las semillas fecundas de lo que eres, de lo que sueñas, de tu fe, de tu esfuerzo, de tus capacidades y cualidades; verás cómo, poco a poco, va creciendo, germinando una abundante cosecha, la satisfacción de que la vida esta valiendo la pena, de que estás sembrando a la par la eternidad.
Alberto Ibarra.
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